Había una vez una chica llamada Lion. Su nombre provenía de
la melena de León que lucía desde que era bien pequeña, y a veces algunas
personas la llamaban Leona. Lion creció arropada por Papá Lobo, que era fuerte
y maravilloso como la criatura de la que nacía su nombre, y Mamá Lobo, que era
bonita e inteligente como una loba de verano. Cuando Lion era aún chiquitina
vino al mundo Niñaleón, que era como un pequeño duendecillo con la misma melena
de León que su hermana. Los cuatro juntos vivieron aventuras y gritaron y
rieron y lloraron, y nunca nunca dejaron de quererse.
Todos crecieron y un día Papá Lobo faltó, a pesar de su
valentía y su fortaleza. Mamá Lobo, Niñaleón y Lion estuvieron tristes mucho
tiempo. Niñaleón creció de golpe y Lion se hizo adulta de pronto, y Mamá Lobo
fue tan valiente y grandiosa que su nombre no fue suficiente y se convirtió
también en una leona, majestuosa y fiera con quien se atreviera a acercarse a
sus niñas.
A Lion muchas veces le faltaron las fuerzas; las fuerzas y
las lágrimas, que no podía soltar porque tenía un nudo en la garganta, tan
grande como el inmenso peso que llenaba su estómago, tan duro como el puño que
le apretaba el pecho. Necesitó mucho los mimos de Mamá Lobo y Niñaleón, y tuvo
la suerte de poder contar siempre siempre con ellas. Eran como dos bonitas
leonas, cariñosas y geniales, siempre velando por Lion. La cuidaron y le
mimaron la melena, que ella detestaba; le enseñaron a amarla y le secaron las
lágrimas con sus manitas de terciopelo, le limpiaron las garras con las que
arañaba todo a su alcance y le curaron las heridas, una a una, con muchos besos
y agua caliente. Las tres fueron muy valientes y se enfrentaron al frío, al
miedo y a la oscuridad, y también al vacío, impasible como el invierno,
inhumano como la nada. Faltaba un lobo en el grupito de almas brillantes, y las
tres leonas unieron corazones para no caer ante el viento y la tormenta. Lion
se convirtió en una jovencita valiente con melena de León, pero estaba segura
de que no sería nada, nada, sin sus leonas.
Algo que llevaba un tiempo
queriendo escribirles
a mis leonas
y que decidí poner en papel
en mi última clase
de Dibujo Artístico,
escondida en un rincón
detrás de mi caballete
y con el frío del invierno
en los huesos.